Historias

Especial de Halloween: tres historias de miedo

Fotografía: Wikipedia

Halloween se acerca y la oscuridad se apoderará por un día completo de nuestro mundo. Para los amantes del terror, este especial de tres historias de miedo los hará sentirse más cercanos a una fecha llena de misticismo y tenebrosidad. Pasen a leer y disfrutar de sentir miedo.

 

Grita

Él escuchaba a su hermana pequeña gritar durante las noches desde hacía años ya, era imposible solucionar este problema, y los alaridos eran cada vez más desgarradores y guturales, un terror absoluto que podía paralizar hasta al más valiente. Él intentó en varias ocasiones tratar de calmar a su hermana, hablar con ella y saber qué era lo que tanto la atormentaba durante las noches, pero nunca obtenía una respuesta.

Un día, tuvo la idea de dejarle una pequeña manta con fragancia a lavanda, esto con el propósito que en ella encontrará tranquilidad, sin embargo el esfuerzo fue nulo; los gritos continuaron. Él se despertaba aterrorizado por cómo la fría lanza del ruido atravesaba la calma y silencio de la noche. Llegó a tal nivel su desesperación, que en medio de la oscuridad decidió ir a la habitación de su hermana, abrir la puerta, sentarse al lado de ella y tratar de apaciguarla, “hermana, ¿dime qué te pasa? por favor, tienes que hablarme, escúchame hermana”, en ese momento su hermana al escuchar su voz dejó de gritar… La pequeña sabía que ya no estaba sola y simplemente se tranquilizó.

De repente la madre aparece a su lado y le pregunta que qué hace ahí, que debe parar de hacer eso, ya no puede continuar con esa actitud. Él pequeño le reprocha cómo puede ser tan fría, ¿acaso no escuchaba los gritos desgarradores de su hermana?… La mamá guardó silencio, lo tomo del brazo, lo levantó y sacudió la grama y tierra de sus rodillas; la lápida de su hermana se sentía más cercana de lo que en realidad estaba… Él la escuchaba gritar desde aquel fatídico día.

Fotografía: Pinterest

El amor asesino

Este era un hombre que adoraba a su esposa, la veneraba, no había nada ni nadie más importante que ella. Pero sucedió algo que llenó su corazón lleno de amor, a uno lleno de odio y rabia. Le habían arrebatado a su esposa, no podía creer que ya no estaba en este mundo, su fallecimiento hizo que fuera a conseguir un arma para acabar con aquel infeliz que la había matado…

Lo encontró, y una vez lo tuvo enfrente sacó el arma y le apuntó a la cabeza. La voz suplicante se mezclaba con chillidos desesperados, pero nada sirvió para apaciguar al hombre; disparó, y no una vez, disparó hasta acabarse las balas… Quizás si aquel individuo hubiera logrado formular una palabra lo hubiera sacado del estado histérico en el que se encontraba pero, cómo hacerlo, era tan solo un bebé.

Fotografía: Twitter

 

Thánatos

Caminaba un hombre entre la oscuridad y la niebla, su vista no llegaba a dilucidar el camino más allá de cinco metros, caminó y caminó hasta que se encontró con una cueva enorme, la boca de esta cueva era como la entrada de un congelador, la oscuridad era absoluta, él lo supo en ese momento, eso era su momento, a eso lo había llevado todas las decisiones de su pobre y patética vida, entró.

Cuando puso un pie dentro de la cueva lo supo instantáneamente, esta cueva era lo que tanto se hablaba en las religiones y era el temor máximo de la humanidad desde sus inicios, estaba en el infierno. Con cada paso que daba el miedo lo invadía más y presentía cómo en el fondo y la oscuridad había algo peligroso y malvado, pero continuó, sus pies parecían tener autonomía absoluta. Cada vez hacía más frío, cada vez la pestilencia de animales muertos era mayor, el ruido iba aumentando, un ruido como si se estuviera arrastrando una piedra enorme y detrás llevara cadenas.

Llevaba casi una hora de peregrinaje tenebroso y fatídico, cuando de repente una voz ronca, áspera y gutural irrumpió en todo su ser…

– Bienvenido…

El hombre sentía su corazón galopar, tenía frío en todo el cuerpo y temblaba como si un terremoto lo azotara, la boca estaba seca y las lagrimas le corrían por las mejillas. Luego de reincorporarse logró hablar.

– ¿Quién eres?

La voz, paciente y penetrante contestó.

– Tú sabes quien soy…

El hombre cayó de rodillas y empezó a llorar, su desesperación se acrecentaba.

– No entiendo, no entiendo por qué estoy aquí… ¿Por qué? Yo no le hice mal a nadie.

Pasaron unos segundos en silencio, la voz con mucha calma y con una profundidad que hacía retumbar el espacio le pregunta.

– ¿Qué esperabas?

El hombre reflexionó, pensó bien en todas sus acciones y luego de unos momentos y con algo de valor se atrevió a replicar.

– Bien dice la gente, que tu mayor engaño ha sido hacernos creer que no existes… Miserable.

La voz lo corrige.

– No, el engaño que le hice a los humanos es hacerlos pensar que hay alternativa.

El hombre sin poderse explicar más y con su último aliento le dice.

– Eres el diablo…

La voz por primera vez deja su tono calmo y pasivo, y lo cambia por uno casi burlón.

– No, yo soy Dios.

Fotografía: CADRE



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