Arte / Historias

El mito de Orfeo y Eurídice

Orfeo y Eurídice
Fuente: UniProyecta

El mito de Orfeo y Eurídice es bien conocido por los amantes, por aquellos que su amor es capaz de ir al mismo hades para recuperar lo que su corazón les dice… Aunque el mismo amor puede hacernos cometer errores incorregibles.

Luego de regresar de su largo viaje con Odiseo, Orfeo se refugia en Tracia, allí conoce a la ninfa del bosque Eurídice, se enamoran y casan. Pese a vivir ya juntos en la ciudad de Tracia, Eurídice regresa al bosque para estar con sus hermanas, un día Eurídice se encuentra con un cazador que quería dar muerte a un ciervo, al escapar éste del cazador le pregunta a Eurídice a dónde a ido el animal, la ninfa se niega a dar respuesta. El cazador monta en cólera y revela ser Aristeo, el Dios de la caza, exige un beso a Eurídice para sentirse menos agraviado pero ella se niega y huye del Dios cazador.

Durante la persecución, la ninfa es mordida por una serpiente venenosa… Mientras tanto, Orfeo se preocupa por la tardanza de su esposa, manda a unos soldados a que la busquen y ellos traen de vuelta el cadáver al hogar de Orfeo. En las orillas del río Estrimón, Orfeo se lamentaba amarga y profundamente por la pérdida de su amor, consternado, el músico con su lira tocaba canciones que hacían llorar hasta a los animales, incluso los Dioses cuando se detenían a escucharlo no podían evitar soltar lágrimas, en un acto misericordioso los dioses le aconsejan bajar al inframundo para recuperar el alma de su esposa. Orfeo, inconsolable, no acepta la muerta de Eurídice y decide escuchar a los dioses, por lo que baja al mismo infierno a buscarla.

Orfeo bordea el mar Jonio hasta llegar al rio Estigia, donde Caronte y su barca para llevar a los muertos del otro lado aguardan. Orfeo en su viaje solamente llevaba su lira, por lo que Caronte le niega el paso, pero el talentoso músico toca, toca su lira hasta conseguir que Caronte acepte su petición de llevarlo al otro lado. Al otro lado está Cerbero, el perro gigante de tres cabezas, el guardián del infierno… El animal parecía indomable hasta que Orfeo consigue apaciguar a la bestia y logra pasar.

Finalmente, el héroe llega hasta la reina del infierno, la esposa de Hades, Perséfone. Ella accede a que Orfeo se lleve a Eurídice al mundo de los vivos, pero con la única condición: si Orfeo voltea a mirar a su esposa antes de salir por completo del inframundo y llegar a la luz del día, Eurídice volverá al Hades para siempre. Orfeo acepta y se reúne con su amor, los dos afrontan un camino largo y duro para salir del Hades, Orfeo siente una tentación enorme por voltear a ver pues no escucha las pisadas de Eurídice, tiene miedo de ser engañado, sin embargo resiste. Una vez Orfeo ya está fuera del Hades, se gira rápidamente a voltear a ver a su esposa pero a ella aún le faltaba un paso para salir del inframundo y entrar a la luz del día, inmediatamente se desvanece ante el desesperado Orfeo…

Desolado, con el corazón roto, como si dejase en las sombras la mitad de si mismo, Orfeo regresa a la superficie de la tierra. Ya nada podrá hacerlo sonreír, nada lo hará sentirse vivo. Su canto se hace para siempre, su rostro taciturno, las lagrimas huyen de sus ojos sin ninguna autorización, es como si deseara morir para volver a estar con su amada una vez más. Dicen que caminó por toda Tracia buscando apaciguar el dolor, sin embargo lo único que consiguió fue que muchas mujeres lo persiguieran para esposarse con él, al ser rechazadas empezaron a acosarlo, sin embargo el solo podía decir el nombre de Eurídice. En un ataque de ira de las mujeres lo atacaron y despedazaron, su cabeza, sin embargo, rodo por las aguas dejando todavía oír su hermosa voz, y donde se posó se erigió un santuario.

Hecho pedazos el cuerpo del héroe, su alma al fin libre pudo partir a los infiernos. Allí se unió con Eurídice, deambulan por las melancólicas praderas y bosquecillos del reino de Plutón, cantando al amor, demostrando que a veces, el amor es más grande que la muerte.



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